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Día Internacional de la Toxicología

24 abril 2010 Un Comentario

FUENTE: Fundación Dr. Antonio Esteve

Mateu Josep Bonaventura Orfila i Rotger (1787-1853) es considerado habitualmente en los manuales de toxicología como el fundador de esta disciplina. Si confiamos en los recuerdos que el médico menorquín recogió en su autobiografía, su exitosa carrera se inició durante uno de los cursos privados que impartió poco después de su llegada a París. Tras pasar por Valencia y Barcelona, Orfila se dirigió a París en 1807 con una beca de la Junta de Comerç de Barcelona para ampliar sus estudios. En la capital francesa siguió los cursos de la prestigiosa Facultad de Medicina que le condujeron a obtener el grado de doctor en 1811. Mientras completaba su formación como médico, Orfila comenzó a impartir unos cursos privados de ciencias naturales que pronto alcanzaron una notable popularidad. En abril de 1813, Orfila impartió una clase sobre el arsénico ante un grupo de más de ciento cincuenta alumnos. Como era habitual en la época, Orfila ilustraba sus lecciones con pequeñas demostraciones y experiencias con sustancias químicas. En esta ocasión, para mostrar los métodos de detección del arsénico, formó los precipitados con que habitualmente se caracterizaba este veneno mediante varios reactivos y afirmó categóricamente que ese mismo resultado debía obtenerse en el caso de que el arsénico estuviera mezclado con materiales orgánicos, tal y como ocurría habitualmente en las investigaciones toxicológicas. Aprovechando la presencia de un vaso con café, Orfila vertió en este recipiente la disolución arsenical y repitió la experiencia con los mismos reactivos. Para su sorpresa, no pudo obtener los XIIIprecipitados previstos: el agua de cal dio un precipitado gris violáceo (en lugar del color blanco esperado), mientras que el sulfato de cobre amoniacal produjo un precipitado de color oliva oscuro, tonalidad claramente diferente al color verde descrito en los libros de texto de la época. “La toxicología no existe” se dijo Orfila, y se dirigió a uno de los más famosos editores de obras científicas de la capital francesa, Nicolas Crochard, para proponerle la edición de un gran tratado sobre esta ciencia. “¿Quiere usted comprar e imprimir una obra de toxicología en dos volúmenes?” –le dijo el joven médico. “¿Quién es usted?” –preguntó el editor. “Orfila.” “Le conozco por lo que me han contado varios de sus alumnos. Sí, acepto tratar con usted”.

Una hora después Orfila y Crochard firmaron un contrato por una obra en dos volúmenes que fue titulada “Traité des poisons”. El tiempo no tardó en demostrar que el famoso editor no se equivocó con su decisión. La primera edición consistió en mil quinientos ejemplares que pronto se agotaron, dando lugar a una nueva edición a la que siguieron dos más, y numerosas traducciones a diversas lenguas europeas. La obra abrió a Orfila las puertas del mundo académico francés, iniciando así una exitosa carrera que le conduciría, años después, a desempeñar importantes cargos dentro de la Facultad de Medicina de París y a convertirse en uno de los personajes más influyentes de la medicina francesa de la primera mitad del siglo XIX. El libro fue recibido muy positivamente por la comunidad médica y se realizó un informe favorable por una comisión aude la Academia de Ciencias de París. Al poco tiempo, fue necesario realizar una segunda edición, a la que seguirían tres más y un gran número de traducciones al inglés, alemán, italiano y español, lo que la transformó en una de las principales obras de toxicología durante los cuarenta años que separaron la primera y la última edición. En su informe favorable del libro, los académicos del Institut de France reconocían que Orfila había realizado un gran número de experimentos con animales que suponían un notable esfuerzo, tanto personal como económico. Orfila debió “pasar noches enteras en vela para cuidar a los animales sometidos a los ensayos”, al mismo tiempo que trataba de olvidar “el sabor desagradable que lleva aparejado este triste trabajo”.

Durante el resto de su vida, Orfila siguió trabajando en estas investigaciones que lo convirtieron en uno de los toxicólogos más influyentes de Europa. No sólo introdujo nuevos métodos de análisis químico y los adaptó a la práctica forense, sino que también organizó la información disponible sobre los síntomas de venenos y sus posibles antídotos, y los relacionó con los resultados obtenidos en las observaciones anatómicas practicadas durante las autopsias. Además, realizó un número enorme de experimentos con animales, particularmente con perros. Tal y como queda reflejado en las revistas médicas, en las reseñas de sus libros y en una pequeña escultura que se conserva en el Musée Carnavalet en París, los experimentos de Orfila con perros fueron bien conocidos por sus contemporáneos.

Mateu Josep Bonaventura Orfila i Rotger

En honor al gran trabajo realizado por Orfila, y dado que actualmente se le considera el padre de la Toxicología moderna, desde distintos foros toxicológicos se ha propuesto en numerosas ocasiones celebrar el Día Internacional de la Toxicología en su efemérides.

Más información:
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